© Desconocido
Estamos acostumbrados a llamar
suerte a los acontecimientos que rodean una situación particular, pero sobre
los que no tenemos control; la caratulamos como buena o mala respectivamente
cuando se amolda o se vuelve hostil a nuestros objetivos. Quizá algún ojo
somnoliento que comience a despertar tenga la sensación de que algo no está
bien: ¿es suerte o estaremos siendo manipulados?
Efectivamente, algunos se
encontrarán impotentes a resistirse o a cortar los hilos invisibles de las
manos tenebrosas del astuto titiritero: el condicionamiento
social coercitiva-mente
implantado nos limita; pero otros reflexionarán y recordarán el lema del
ars bellica de Sun Tzu:
Si te conoces a ti mismo y
conoces a tu enemigo, no necesitas temer al resultado de un centenar de
batallas.
Si te conoces a ti mismo pero no conoces a tu enemigo, por cada
victoria que ganes sufrirás también una derrota. Si no te conoces ni a ti mismo
ni a tu enemigo, sucumbirás en cada batalla.
Hemos hablado en numerosas
oportunidades sobre el trabajo
interior y el reconocimiento
de las propias debilidades; nos concentraremos entonces en conocer
estratégica mente al enemigo pero sin olvidar que los límites pueden estar
difusos: no desconsideremos la posibilidad de que el enemigo
acampe en nuestro interior.
¿Pero quiénes son los
Manipuladores? El control requiere de una organización jerárquica, como una
pirámide: pocos en la cima estratégica y muchos en la base. ¿Pero cuán lejos
llega este ápice?
Los estudiosos de regímenes
totalitarios sabrán que los tentáculos confluyen en varias sociedades
secretas acusadas de conspirar en la implantación del Nuevo Orden Mundial;
pero el ojo entrenado comprenderá que el ápice estratégico se pierde en las
brumas y nieblas de la cuarta densidad, fuera y debajo
de nuestro planeta, más allá del tiempo
lineal.
El físico sueco Fritjof Capra,
famoso por su declaración que no hay diferencia entre vivir y aprender, en su
libro El Punto Crucial nos comenta:
Si bien somos capaces de
discernir las partes individuales de un sistema, la naturaleza de un todo
siempre es otra cosa que la mera suma de sus partes. La tendencia de los
sistemas vivientes a formar estructuras poli niveladas con distintos niveles de
complejidad está extensamente difundida en toda la naturaleza y ha de considerarse
un principio fundamental de la auto organización. En cada nivel de complejidad
nos encontramos con sistemas que son conjuntos integrados "auto
organizadores", formados de partes más pequeñas. Cada nivel actúa y se
comunica recíprocamente con su entorno.
De este modo la predominancia del
orden en el universo adquiere un nuevo significado; el orden en los sistemas es
consecuencia de la auto organización a un nivel superior... El aspecto
importante del orden estratificado en la naturaleza no es la transferencia del
control sino la organización de la complejidad. Los distintos niveles de
sistemas son niveles estables de complejidad diferente, y esto nos da la
posibilidad de una descripción diferente para cada nivel. Ahora bien, como ha
señalado [el biólogo Paul] Weiss, "Cada nivel tomado en consideración es
en realidad el nivel de la atención del observador". La nueva percepción
de la física moderna parece tener un significado en el estudio de la materia
viviente: las estructuras de materia observadas son un reflejo de las
estructuras mentales.
La mano tenebrosa retira del
tablero una pieza draconiana, pero quién la derrotó ¿el poderoso guerrero o un
humilde peón?
Entre los conceptos de Weiss y
Capra podemos sintetizar algo importante: la Naturaleza (Cosmos) no busca
control sino complejidad (¿pluralidad?) y la interpretación humana que podemos
hacer estará limitada a nuestro nivel de consciencia; tal vez por designio,
carezcamos del receptáculo mental para poder comprender a las entidades
hiperdimensionales necesitando recurrir inicialmente a una elaboración
subjetiva que se apoye en símbolos conocidos; quizá se trate de la razón por la
cual esotérica-mente se le brinda tanta importancia al cáliz filosofal, cuenco
de la abundancia o matraz alquímico, en la que ciertas corrientes rosa-cruces
ven el cráneo humano: la necesidad de la suficiente apertura mental para poder
reconocer el titiritero tras el telón.
La humanidad
está siendo ordeñada por entidades de consciencia superior con la capacidad
tecnológica de viajar en el tiempo, re-configurar el pasado y combinar universos
alternativos para alterar probabilidades de ocurrencia o generar coincidencias
artificiales, eligiendo como blanco para abducción, monitoreo y manipulación a
cualquier individuo. Estas entidades son nativas de la cuarta densidad: un
estado incrementado de existencia que interpenetra nuestra realidad
tridimensional, y poseen la característica de fisicalidad variable: la
capacidad de proyectarse en cualquier espacio-tiempo tridimensional; desde
nuestro punto de vista, podemos interpretar dicha proyección como una
aberración física, un hecho marginal al que asociamos con un episodio de ir
realización.
Pero sus habilidades para operar
por fuera de las leyes físicas conocidas no son las únicas; mucho del control
subrepticio que ejercen sobre la humanidad es efectuado por una legión
silenciosa, tal vez de una jerarquía menor, que se cuela en los intersticios
ignorados, cincelados por la falta de balance e impecabilidad, la cual repta
insaciable por su tesoro de guerra: la energía emocional y sexual provista por
la masa humana.
Esta oculta legión de parásitos
busca sustento y cobijo en la oscuridad del subconsciente desconocido; Jonathan
Zap nos comenta su visión:
Me parecía estar mirando dentro
de las cavidades orgánicas que mi intuición me dijo que eran los órganos de mi
cuerpo. Uno de ellos, estuve seguro, era mi corazón, pero visto desde un plano
de energía alquímica: parecía una cámara con válvulas como portales, y todo
estaba tejido de filamentos infinitamente intrincados de energía viviente; los
colores parecían revelar secretos de la función de las diferentes estructuras.
El corazón se reveló como un nexo complejo y transformador alquímico de las
energías cósmicas, y no simplemente una bomba de fluido.
Pero de repente se produjo un cambio tan definido como el clic de
un interruptor: una fuerza maligna se dio cuenta que estaba teniendo esta
visión prohibida de la realidad sutil, y tomó medidas para aplacar esta
insurrección: una respuesta inmunológica, un ataque feroz, fue lanzado hacia
mí; este ataque interrumpió la visión prohibida que estaba teniendo, pero
también proporcionó una instancia reveladora sobre la existencia de los
parásitos mentales operando en mi cuerpo sutil.
Experimenté un ataque: una forma
de pensamiento como un proyectil altamente cargado, como una bala de diamante
rojo, que penetró mi psique, con la intensidad explosiva que genera la
expansión de ondas con-céntricas de miedo y perturbación. Mi mente pudo
registrar este proyectil como una palabra en contracción: "cáncer-asesino,
cáncer-asesino, cáncer-asesino"; y era acompañada de terribles imágenes:
las escaleras de un sórdido sótano iluminado por una sola bombilla colgando, a
los pies de la escalera un pollo con su cuello cortado, y débilmente visible
una víctima escuálida de un campo de concentración mientras se deslizaba hacia
un horno. Estas imágenes perturbadoras bloquearon mi prohibida vista alquímica
de los órganos corporales.
Desde que tuve esta experiencia,
a menudo me pregunto si otros ataques de ansiedad no se generan acaso de manera
subliminal por las inyecciones urticantes de la energía del miedo proveniente
de los parásitos de la mente.
Un tema constante en la escasa
literatura sobre los parásitos de energía es que viven de las ráfagas de
intensas emociones negativas y deseos sexuales oscuros; se ha asociado incluso
con antojos de ciertos alimentos, especialmente los alimentos azucarados o
dulces: parece como si los parásitos mentales pudieran alimentarse de la
temperatura del color rojo del metabolismo hipercalórico, el exceso de
emotividad y la excitación sexual. Puede que no sean capaces de alimentarse de
la energía más azul de la dieta hipo metabólica, lo que en el Ayurveda se llama
la dieta sátvica, que hace énfasis en pequeñas porciones, alimentos vivos y
carbohidratos con un índice glucémico bajo. Son especialmente incapaces de
alimentarse de una conciencia en un estado de ecuanimidad emocional.
Las entidades hiperdimensionales
usualmente prestan particular atención a aquellos
que perciben como una amenaza para la concreción de su agenda, la cual
podríamos resumir en: consumo, reclutamiento y destrucción. ¿Pero qué perfil
psicológico existe en un ápice estratégico con este programa? Si consideramos
que la orientación espiritual es claramente de servicio a sí mismo, es decir,
que ven a los demás como piezas de un ajedrez para ser explotadas, reclutadas o
destruidas, entenderemos que su naturaleza psicológica se ajusta a nuestro
concepto de psicópatas altamente desarrollados que buscan dominio sobre los
demás: seres extremadamente astutos y excelentes estrategas que conocen como
optimizar sus recursos.
En la siguiente entrega sobre lo
que algunos investigadores denominan como coacción extraterrestre comenzaremos
a analizar entonces los métodos
del velado tráfico energético hiperdimensional.