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MADRID, 28
Oct. (EUROPA PRESS) -
Un equipo de físicos ha propuesto un
experimento que podría obligar a hacer una elección para describir el
comportamiento del Universo. La propuesta proviene de un equipo
internacional de investigadores de Suiza, Bélgica, España y Singapur,
que ha sido publicada en 'Nature Physics', se basa en lo que los investigadores
llaman una 'desigualdad de influencia oculta'.
"Estamos interesados en saber si podemos explicar
los fenómenos que observamos sin sacrificar el sentido de las cosas que suceden
sin problemas en el espacio y el tiempo", explica Jean-Daniel Bancal, uno
de los investigadores responsables del nuevo estudio, que llevó a cabo la
investigación en la Universidad de Ginebra, en Suiza.
El problema es que la teoría cuántica predice un
comportamiento extraño de las partículas - como cuando dos partículas se
comportan como una, incluso cuando están lejos. Este hecho parece violar el
sentido de causa y efecto en el espacio y el tiempo - los físicos llaman a este
comportamiento 'no local'.
Fue Einstein quien primero llamó la
atención sobre las implicaciones preocupantes de lo que él llamó la 'acción
fantasmal a distancia', predicha por la mecánica cuántica. El sentido común nos
dice que un comportamiento coordinado tal debe ser resultado de una de dos modalidades:
en primer lugar, podría ser dispuesto de antemano, en segundo lugar, podría ser
sincronizado por alguna señal enviada entre las partículas.
En la década de 1960, John Bell realizó
la primera prueba para averiguar si las partículas entrelazadas siguen el
sentido común. Dicha prueba, la 'desigualdad de Bell', mide si el
comportamiento de dos partículas puede haberse basado en disposiciones
anteriores. Si las mediciones violan la desigualdad, los pares de partículas
están haciendo lo que la teoría cuántica dice: actuar sin ningún tipo de
'variable local oculta' que dirija su destino. A partir de la década de 1980,
los experimentos han encontrado violaciones de la desigualdad de Bell una y
otra vez.
Sin embargo, las pruebas convencionales
de las desigualdades de Bell nunca han acabado con la esperanza de que existan
señales que no hagan caso omiso de los principios de la relatividad. Por este
motivo los investigadores se propusieron idear una nueva desigualdad con la que
investigar el papel de las señales.
Los experimentos han demostrado que si se
desea conseguir señales con las que explicar las cosas, éstas tendrían que
viajar más rápido que la luz - más de 10.000 veces la velocidad de la luz, de
hecho. Teniendo en cuenta que la relatividad de Einstein establece la velocidad
de la luz como un límite de velocidad universal, la idea de señales que viajan
10.000 veces más rápido que la luz hace saltar una alarma. Sin embargo, los
físicos creen que tales señales podrían permanecer como 'influencias ocultas'
que no violan la relatividad.
Sólo contradiría la relatividad el
hecho de que estas señales puedan ser aprovechadas para un tipo de comunicación
más rápido que la velocidad de la luz.
Para obtener la nueva desigualdad, que
establece una medida de entrelazamiento entre cuatro partículas, los
investigadores consideraron todos los comportamientos posibles de cuatro
partículas conectadas por influencias que están ocultas y viajan a alguna
velocidad finita arbitraria. Matemáticamente, estas limitaciones definen un
objeto de 80 dimensiones.
Los grupos experimentales ya pueden utilizar cuatro
partículas, por lo que una prueba es factible en un futuro próximo (aunque la
precisión de los experimentos tendrá que mejorar para hacer la diferencia
medible).
Dicha prueba se reducirá a la medición de un solo número: en un Universo
siguiendo las leyes relativistas estándar a las que estamos acostumbrados, 7 es
el límite. Si la naturaleza se comporta como la física cuántica predice, el
resultado puede subir a un 7,3.
Si la naturaleza cuántica del mundo se
confirma este podría significar que cada parte del universo puede estar
conectada a cualquier otro bit en cualquier lugar, al instante.
Ese tipo de conexiones desafían nuestra intuición
cotidiana y representa otra solución extrema, pero sin duda preferible a la
otra opción posible: una comunicación más rápida que la luz.