Martes, 19 de junio de 2012
Países miembros de la OTAN y del Consejo de Seguridad del Golfo (CCG) están
preparando un golpe de Estado y un genocidio sectario en Siria. Si usted desea oponerse
a esos crímenes, actúe de inmediato. Haga circular este artículo a través de
Internet y póngase en contacto con sus representantes democráticamente electos.
Dentro de varios días, quizás a partir del mediodía del viernes 15 de
junio, losirios que
traten de ver los canales nacionales sólo captarán en sus televisores otros
canales creados por la CIA. Imágenes filmadas en estudio mostrarán masacres
imputadas al gobierno, manifestaciones populares, ministros y generales
dimitiendo, al presidente al-Assad dándose a la fuga, a los rebeldes
reuniéndose en pleno centro de las grandes ciudades así como la llegada de un
nuevo gobierno al palacio presidencial.
El objetivo
de esa operación, dirigida directamente desde Washington por Ben Rhode,
consejero adjunto de seguridad nacional de Estados Unidos, es desmoralizar a
los sirios y permitir así un golpe de Estado. La OTAN, luego de haberse
estrellado contra el doble veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad de
la ONU, lograría así conquistar Siria sin tener que atacarla ilegalmente. Sea
cual sea la opinión de cada cual sobre lo que está sucediendo en Siria, Lo
cierto es que un golpe de Estado pondría fin a toda esperanza de
democratización.
De forma
totalmente oficial, la Liga Árabe ha solicitado a los operadores de los
satélites Arabsat y Nilesat que pongan fin a la retransmisión de los medios
sirios, tanto públicos como privados (Syria TV, Al-Ekbariya, Ad-Dounia, Cham
TV, etc.). Ya existe un precedente dado que la Liga Árabe impuso anteriormente
la censura contra la televisión libia para impedir que los dirigentes de la
Yamahiria pudieran comunicarse con su propio pueblo. No existe en Siria ninguna
red hertziana en que los canales de televisión se capten exclusivamente vía
satélite. Pero este corte no dejará las pantallas en blanco.
En efecto,
esta decisión sólo es la parte visible del iceberg. Según nuestras
informaciones, varias reuniones internacionales han tenido lugar esta semana
para coordinar la operación de intoxicación. Las dos primeras reuniones, de
naturaleza técnica, se desarrollaron en Doha (Qatar). La tercera, de carácter
político, tuvo lugar en Riad, (Arabia Saudita).
En la
primera reunión participaron los oficiales de guerra sicológica «incrustados»
en varias televisiones satelitales, como Al-Arabiya, Al-Jazeera, BBC, CNN, Fox,
France24, Future TV y MTV –ya es sabido que desde 1998 oficiales de la United
States Army’s Psychological Operations Unit (PSYOP) han sido incorporados a la
redacción de la CNN, práctica que la OTAN extendió después a otras estaciones
televisivas de importancia estratégica. Estos oficiales redactaron de antemano
una serie de noticias falsas, en función de una historia falsa concebida por el
equipo de Ben Rhodes, en la Casa Blanca. Se estableció un procedimiento de
validación recíproca en el que cada medio debe citar las mentiras de los demás
para darles credibilidad a los ojos de los telespectadores. Los participantes
decidieron además no limitarse a requisicionar únicamente los canales de la CIA
para Siria y el Líbano (Barada, Future TV, MTV, Orient News, Syria Chaab, Syria
Alghad), sino también unos 40 canales religiosos wahabitas que exhortarán a
desatar masacres confesionales bajo la consigna «¡Los cristianos a Beirut,
los alauitas a la tumba!»
En la
segunda reunión participaron ingenieros y realizadores encargados de planificar
la fabricación de imágenes de ficción, en las que se mezclan secuencias rodadas
en estudios a cielo abierto con imágenes generadas por computadora. En estas
últimas semanas se han montado, en Arabia Saudita, varios estudios que imitan
los dos palacios presidenciales sirios y las principales plazas de Damasco, de
Alepo y de Homs. Ya existían ese tipo de estudios en Doha, pero resultaban
insuficientes dada la envergadura de la operación planteada.
En la
tercera reunión participaron el general James B. Smith, embajador de Estados
Unidos; un representante del Reino Unido y el príncipe saudita Bandar Bin
Sultan, el mismo a quien el presidente George Bush padre designaba como su hijo
adoptivo, al extremo que la prensa estadounidense comenzó a llamarlo «Bandar
Bush». El objetivo de esta reunión fue coordinar la acción de los medios
con la acción del «Ejército Sirio Libre», conformado esencialmente con
los mercenarios a sueldo del príncipe Bandar.
La operación
ya venía gestándose desde hace meses, pero el Consejo de Seguridad Nacional de
Estados Unidos decidió acelerarla después de que el presidente ruso Vladimir
Putin notificó a la Casa Blanca que Rusia se opondrá por la fuerza a todo
intento ilegal de intervención de la OTAN contra Siria.
Esta
operación comprende dos etapas simultáneas: por un lado, inundar los medios de
noticias falsas, y por el otro, censurar o bloquear toda posibilidad de
respuesta.
El hecho de
prohibir las televisiones satelitales para desencadenar y dirigir una guerra no
es nada nuevo. Bajo la presión de Israel, Estados Unidos y la Unión Europea han
prohibido sucesivamente canales de televisión libaneses, palestinos, iraquíes,
libios et iraníes. Ningún tipo de censura se ha impuesto contra canales vía
satélite provenientes de otras regiones del mundo.
La difusión
de noticias falsas tampoco es nada nuevo. Cuatro pasos significativos en el
arte de la propaganda se han dado por vez primera durante el último decenio.




Los medios
de prensa ya no se conforman con apoyar la guerra. Ahora hacen la guerra.
Este
dispositivo viola los principios básicos del derecho internacional, empezando
por el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que
estipula el derecho a «recibir informaciones y opiniones, y el de
difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión».
Y lo más importante es que viola las resoluciones de la Asamblea General de la
ONU, adoptadas al término de la Segunda Guerra Mundial para prevenir las
guerras. Las resoluciones 110, 381 y 819prohíben «los obstáculos al libre intercambio de
informaciones e ideas» (en este caso, el bloqueo de los canales sirios) y «la
propaganda tendiente a provocar o estimular cualquier tipo de amenaza contra la
paz, de ruptura de la paz o todo acto de agresión». A la luz del derecho,
la propaganda a favor de la guerra es un crimen contra la paz. Es incluso el
más grave de los crímenes, ya que hace posibles los crímenes de guerra y el
genocidio