A estas alturas, muchos ya sabréis que el cráneo
supuestamente de Adolf Hitler no pertenece al führer sino a una mujer de entre
20 y 40 años. De un plumazo, las investigaciones
forenses de la Universidad de Connecticut han echado por tierra la teoría oficial sobre la muerte del dictador
alemán y han abierto la puerta a las de la conspiración, esas que han sido
rechazadas como “locuras” durante décadas.
La otra versión de la realidad da explicación a
muchas otras cosas, empezando por lo que ahora mismo está ocurriendo en Estados
Unidos que es, ni más ni menos que una continuación de la Alemania nazi… con
armas de vigilancia más sofisticadas (estado policial, propaganda y control
mental de las masas, espionaje a todos los niveles, estado paralelo,
experimentación con humanos, esterilización, pederastia a gran escala, homosexualidad
en las altas esferas del poder… Todos estos elementos, y más, fueron exportados
desde la Alemania nazi a Estados Unidos).
El origen fue un acuerdo entre el General Patton y
el propio Hitler por el cual se concedía al führer, Eva Braun, y un nutrido
grupo de sus más estrechos colaboradores y científico, la salida desde Alemania
hasta Sudamérica y Norteamérica… a cambio de los planos de la bomba atómica. El
presidente Roosevelt se pilló un cabreo tan grande ante este acuerdo que quiso
destituir a la cúpula de su ejército… siendo asesinado el 12 de abril de 1942
por agentes nazis al mando del general Eisenhower, quien temía que los nazis
pudieran utilizar la bomba atómica con sus últimas fuerzas. El nuevo
presidente, Truman, entendió desde el principio cuál era su cometido y no dudó
en ordenar las explosiones nucleares contra Japón, aunque este país,
prácticamente se había rendido. Al mismo tiempo, ordenó la expatriación de
Hitler y su séquito a una base en Roswell, Nuevo Méjico (¿os suena de algo?)
llamada Walker. Según estas crónicas
censuradas, Hitler llegó a Los Angeles
en 1945, donde fue aclamado por 100.000 personas (!!). En ese mismo tiempo
cronológico, Patton afirmó que “tenemos el poder de Dios en nuestras manos” (se
refería al poder de la destrucción).
Los rusos de Stalin exigieron compartir el secreto
nuclear con los yanquis a cambio de declarar la guerra a Japón, cosa que
hicieron el 8 de agosto de 1945, dos días después de que Estados Unidos
explotara la bomba en Hiroshima. Truman accedió de buen grado a conceder a la
Unión Soviética el control de los países de Europa del Este, para dar inicio a
la falsa guerra fría. La realidad es que las potencias aliadas tenían el control
sobre buena parte de esos países pero los planes sionistas eran comenzar a otra
división del Planeta con dos bloques; no en vano, ellos mismos habían creado la
revolución soviética y el comunismo. Al General Patton, después de lo que
habían luchado en esta cruenta guerra, esta opción no le gustó ni un pelo,
razón por la cual el presidente Truman ordenó
asesinarle en diciembre de 1945.
Estaba claro que no sabía para quién había trabajado en realidad…
Los acuerdos secretos entre el gobierno secreto
yanqui (Illuminati) y Hitler se concretaron con la conocida operación
Paperclip, mediante la cual, los mejores científicos nazis en todos los campos
del saber pasaron a trabajar para los proyectos secretos USA (CIA, NASA, MK
Ultra, guerra biológica, etc.) y, el aspecto menos conocido, se concedió a
Hitler el “pasaporte” al “Nuevo Berlín”, la base ultra secreta en la Antártida
que desde el año 1943 se había ido construyendo, reconocida por el Almirante Donitz.
Entonces es cuando la cosa se pone realmente
interesante, porque nos enteramos de la Operación Highjump, verdadero pozo de conocimiento pues conoceremos que el verdadero
objetivo del famosísimo viaje del almirante Byrd de 1947 a la Tierra hueca era
derrotar a los nazis, que se habían hecho fuertes por aquella época. Con tal
fin, llevó a 4.000 tropas norteamericanas, inglesas y australianas. Según esta
historia censurada, el incidente de Roswell, Nuevo Méjico, de 1947, fue la
respuesta de Hitler, con los platillos volantes que había desarrollado, a esta
incursión del almirante Byrd en la base nazi subterránea de la Antártida. Según
el informe de Sorcha Faal, tanto Putin como Medvedev conocen bien que los
acontecimientos actualmente en funcionamiento en Estados Unidos son obra del
“Nuevo Berlín”, es decir, la secuela nazi que gobierna los Estados Unidos. Y la
prueba irrefutable de ello es que el banquero Prescott Bush, padre de George
Bush sénior y abuelo del penúltimo presidente de los Estados Unidos no sólo
financió a Hitler sino que intentó un golpe de estado
nazi en su propio país en 1933. (Esto es historia oficial).
La noticia de la llegada de la flota del Almirante
Byrd apareció en marzo de 1947 en el diario El Mercurio de Chile en la que se
daba cuenta de las declaraciones de Byrd “es imperativo actuar en regiones
hostiles”.
Más adelante decía: “No quiero alarmar a nadie pero en caso de un
nuevo conflicto, Estados Unidos sería atacada por medio de platillos volantes
desde el Polo Sur”, recomendando que hubiera bases de defensa en el polo sur.
Algunos datos apoyan esta teoría. Por ejemplo, que
al acabar la guerra habían desaparecido 250.000 alemanes, que no pudieron ser
nunca localizados y que bien podrían ser parte de la colonia alemana en
Sudamérica… (Incluyendo al Polo sur). Otro, la cantidad de platillos volantes
avistados en aquellos años con esvásticas y símbolos rúnicos. El norteamericano
Reinhold Smith, hijo de alemanes, dijo haber sido abducido por una nave
alienígena, cuyos ocupantes hablaban… alemán. Parecidas declaraciones fueron
realizadas por periódicos chilenos de la época, que hablaban de ocupantes
alemanes de estas naves.
Según relata las crónicas de la Operación Highjump, los submarinos alemanes cargados de oficiales de las SS y de la marina
partieron de Alemania en mayo de 1945, siendo recibidos en Argentina por el
matrimonio Perón. Se dice que fueron más de 40, de los cuales la mayor parte se
dieron por desaparecidos, al igual que sus tripulantes. Al parecer, se rodó una
película titulada “The Secret land”, protagonizada por Robert Montgomery
(agente de la inteligencia naval) describiendo lo que realmente aconteció.
El viaje del almirante Byrd, “perdido” durante
varios días, ya ha sido relatado en varias ocasiones en esta misma página: es
una de las mejores pruebas de la existencia de un civilización en la Tierra
Hueca, pero lo que tiene de especial este relato es que nos conecta con la
existencia de una base “aria” en la Antártida, compuesta de nazis y
extraterrestres, verdadero motivo de la citada expedición. Las crónicas
oficiales hablan de la pérdida de un avión (con tres oficiales), dos
helicópteros derribados cuya tripulación fue salvada y otro militar más,
desaparecido en el hielo. Todos ellos, fruto del combate con las fuerzas
“arias”.
El relato de lo ocurrido fue calificado de “top Secret” y solo
el secretario de defensa, James Forrestal, comenzó a hablar de ello, razón por
la cual, fue ingresado en un manicomio y falleció poco después.
La misma crónica habla de un hecho parecido al de
Roswell, sucedido en Baviera durante el régimen de Hitler, en el que un platillo
volante pilotado por extraterrestres de raza “aria” (posiblemente, Pleyadianos)
y fue la prueba de que los alemanes ya estaban investigando por aquella época
con anti gravedad, y, por otro lado, de la obsesión por la pureza de la raza
aria del citado régimen.
Aunque ya en el siglo XIX, la Alemania del Kaiser
había investigado en los polos del Planeta, las primeras expediciones de la
Alemania nazi datan de 1938. El almirante Donitz hizo unas inquietantes
declaraciones en 1945, con la guerra ya perdida, sobre que “Alemania
reconstruiría su Shangri-La” y emitió unos mensajes a Borman, mano derecha de
Hitler, haciendo alusión a “Tierra del Fuego”. Al parecer, Rudolf Hess,
que voló a Inglaterra en 1941 para obtener la paz con el “hermano sajón”
y fue encerrado hasta su muerte, era una de las personas que conocían ese
secreto, de ahí que fuera condenado a cadena perpetua a pesar de que no hubiera
participado en ningún crimen nazi (porque fue capturado en tan temprana fecha
que no se le podía asociar a los crímenes nazis).
Al parecer, el historiador revisionista, Ennst
Zundel, es uno de los que conocían estos secretos. También está en la cárcel
actualmente, acusado de negar el holocausto.
Fuente: RAFAPAL