Los
seres conocidos por sus criaturas como “dioses” nunca pueden considerarse
“muertos”. Esto se debe a que siempre inculcaban una dependencia de ellos
para algún tipo de salvación, de modo que si se consideraba que habían dejado
de existir, su gente seria abandonada a su suerte.
El proceso
continúa aún hoy: la matriz humana es engendrada con el complejo religioso que
le permite vivir con tranquilidad, mientras realmente lo encadena a una
limitación extrema.
Pero los dioses
desaparecen de algún modo. En el caso de Enki-Ea, encontraremos que hay una
tablilla sumeria que describe su desaparición metafórica.
Parks sostiene
firmemente la analogía que une a los personajes de Enki y Osiris, y utiliza
esta analogía para “decodificar” esta tablilla sumeria con la ayuda de la
doctrina funeraria egipcia.
También hace
hincapié en que Enki-Osiris no fue realmente asesinado en Kalam (Sumer) (por lo
cual el suceso no se describe generalmente en las tablillas de Mesopotamia),
sino en Kemet (Egipto). Parks también sigue las huellas de Ereškigal/Se’et, la
hermana de Enki (citada en las tablillas de Mesopotamia), y de su hermana menor
Ninanna (Inanna). Sus sombras entrelazadas nos llevan a las profundidades
bajo la meseta de Giza.
En sus
respectivos templos, Enki y Osiris eran objeto de cultos místicos relativos a
la estabilidad del alma y a la resurrección. Los sacerdotes utilizaban
artilugios para producir la ilusión de que vivían eternamente.
Los ritos
funerarios eran numerosos en Egipto, porque la muerte allí no fue difamada como
sucedió en Mesopotamia. El difunto objeto del ritual, imagen de Osiris y Horus,
trascendía la muerte para perpetuar el mito de Osiris y reequilibrar el
universo. La muerte no era sino un estado que servia para la transmutación del
alma.
Sin embargo, en
Mesopotamia, la muerte era terriblemente temida. Mencionarla abiertamente
podría provocarla. Y por eso los sumerios preferían utilizar frases como: “el /
ella se ha ido a su destino” o “su destino se ha apoderado del / ella”.
Parks declara que esta diferencia está relacionada con el hecho de que Egipto estuvo
más inspirado por las fuerzas llamadas “de la luz” (Osiris-Enki / Kadištu),
mientras que Mesopotamia estuvo bajo la influencia de las fuerzas asociadas con
la “oscuridad” (Seth-Enlil / Anunnaki).
La frontera
entre Egipto y Mesopotamia es una inmensa llanura desértica, conocida por los
sumerios como Edin. Estaba bajo la soberanía de Seth-Enlil, el Gran Šatam
(administrador territorial). Seth (Šeteš), el mitológico dios egipcio de los
desiertos, habitaba en la tierra roja, el desierto y la tierra extranjera
conocida como “Dešeret” (Dšr.t”), un término que en el KUR sumerio
designa también a “los países en el extranjero”.
“Kur” tenía dos significados
distintos para los sumerios. En primer lugar, la montaña donde residían
los “dioses”, inaccesible a los mortales, universal y vivificante. Este sería
el dominio primordial, el Kharsag de los Gina’abul-Anunna en las montañas
Taurus. (Donde inicialmente se asentaron, después se dirigieron a la llanura
mesopotámica, ver el apartado de Kharsag)
El segundo
sentido es el mundo del más allá, el país de
los muertos situado en general bajo la corteza terrestre, entre las aguas
primordiales del Abzu y el mundo habitado arriba. Sabemos que este caso
no parece referirse a la tierra hueca, el Abzu, sino más bien a la
dimensión sutil o frecuencias más bajas conectadas al inframundo, donde
algunos Gina’abul habían establecido su dominio. Este dominio,
desconocido para el común de los mortales, generalmente simbolizaba para los
sumerios en el reino de los muertos. (Consultar el apartado de las dimensiones
de “las Crónicas del Girkú” para más información)
Parks
especifica numerosos detalles sobre el KUR del estudio “Inanna” de
Francoise Bruschweiler, 1987. Estos se refieren a sus conexiones con la vida y
la muerte de los dioses de varios niveles y su relación con los intermediarios
entre la humanidad, las categorías más altas de las deidades, de los demonios y
otros espíritus malignos, y los heroicos medios utilizados para acceder por la
fuerza.
Él
por lo tanto no está sorprendido al encontrar menciones sobre
el KUR en varias tablillas de arcilla que se refieren a los ámbitos de los
Anunnaki y los seres humanos, infracciones, y la posesión y los usos del Gúrkur
(”la esfera de KUR”) y del Gùrkur (”quien transporta hacia el KUR”).
Nota
La
gran mayoría de los jefes del pueblo, es decir los iniciados, que residen en la
meseta de Giza saben muy bien que el lugar está lleno de galerías que forman
una red subterránea absolutamente gigantesca. Además, ellos mismos conocen
la ubicación de algunos túneles totalmente desconocidos para las autoridades y
al Consejo Supremo de Antigüedades Egipcio. Todo aquel que establezca cierto
contacto con estos individuos puede verificar esto. El término “GIGAL” no es
traducible al egipcio; los jefes del pueblo son bien conscientes de esto y
mantienen que este término muy antiguo no se origina en Egipto en absoluto. Recuerda
más bien a los términos latinos Giganteus (gigantesco) y Gigan-tes (gigantes),
es decir seres “monstruosos” – los hijos o los niños de la tierra (genios de la
serpiente), llamados “Sata” en egipcio – que deseaban escalar el Olimpo para
destronar al rey de los dioses.
Grabado
del siglo XVII que muestra una vista parcial de una red subterránea bajo la
meseta de Giza. Así pues, esto ha sido conocido durante mucho tiempo. La red se
denomina “Gigal” por los indígenas de la milenaria meseta. La es que-matización
de los laberintos en el terreno demuestra que la utilización de la meseta menor
de Giza como una plataforma de iniciación era conocida en la más remota
antigüedad. “Esfinge Mystagoga” por Atanasio Kircher, 1676.
Sin embargo, el
“país extranjero” de Ereškigal (Isis) no era otro que el reino en el que se
practicaban los cultos funerarios. Era la meseta
de Giza, el lugar de los “dioses extranjeros”, totalmente desconocido para los
mesopotámicos, y con el que los Anunnaki de Kalam (Sumer) estaban en conflicto.
Fue denominado “Gigal” en Egipto, y en cualquier caso, así lo llaman los
nativos que viven en la milenaria meseta.
La tablilla
sumeria a la que nos hemos referido anteriormente es una de las doce en las que
está inscrita “La Epopeya de Gilgamesh” - en particular, la doceava, que
es una especie de epílogo. Le sugerimos al lector que no esté familiarizado con
estas tablillas que consulte un resumen de la Epopeya de Gilgamesh. Pero tenga
en cuenta que pocos parecen conocer la época en que realmente los
acontecimientos descritos podrían haber tenido lugar. Datan las propias tablillas entorno al siglo 27 AC, y se supone
que es esa.
Además,
“Enkidu”, un hombre salvaje creación de Enki, fue creado en la época del
reinado del rey Gilgamesh para su diversión y
educación.
Pero hacemos
caso omiso de eso; nuestro interés se centra en lo que se dice sobre el
submundo al que Enkidu es enviado para buscar algunos
juguetes perdidos pertenecientes a Gilgamesh. Y ésta es, para los sumerios, “la
Tierra de los Muertos”.
Algunas notas
de partida:
· Las fuentes
de esta información son Raymon-Jacques Tournay y Aaron Shaffer, sus escritos a través de los años noventa.
· El documento
nos remite al principio del mundo. Su reconstrucción por los Anunna se mezcla con el renombre de la humanidad de tal forma que se vean
reforzados como dioses mesopotámicos.
· La mayoría de
las tablillas de arcilla revelan abiertamente la posición despótica y tiránica
de An y su “mafia intergaláctica”.
· Esta
duodécima tablilla muestra claramente la manipulación genética realizada por
los “dioses sumerios”, produciendo la línea de Á-DAM,
los animales humanos encargados de satisfacer el cuerpo y el alma de los
“dioses” Gina’abul (lagartos).
El “poema” es
descuidado en cuanto al orden de los acontecimientos. Por ejemplo, pone la
creación de la humanidad antes de la redistribución
del mundo entre los “dioses”. Pero pasando eso por alto, observamos que los
personajes que están siempre presentes son An, Enlil, Enki, Ninmah
(Ninhursag), o Ereškigal cuando sustituye a Ninmah-Ninhursag.
Salvo que en el
momento del “reparto” ella no sustituye a Ninmah, sino a Enki. ¿Y por qué? Porque el ya no está entre los
vivos. Navega por la Tierra de los
Muertos, una tierra infernal, extranjera a los ojos de los sumerios.
El navega en un
barco a través de la insondable tierra de los muertos… según el texto sumerio.
Los especialistas prestan poca atención al termino
“KUR”, cuyo significado varía según los términos y circunstancias. Aquí
lo utilizan para señalar el mundo subterráneo y acuático de Enki.
Sin embargo,
este contraste con el mundo rocoso de Ereskigal (la egipcia Isis). Parks repara
en el Libro Egipcio de las Dos Vías (véase The Coffin Text – The Book of Two Ways),
un itinerario iniciático que describe precisamente la necrópolis del inframundo
Restau (o Ro-Setau), en la que los dos caminos llevan a la tumba de Osiris y a
la Gran Pirámide.
Continuando con
esto, Parks da la definición egipcia estricta de “Restau” como “la entrada a
las galerías o pasillos”, mientras que la traducción
del vocablo sumerio es muy diferente. Consulte “Restau” en nuestro Decodificador.
El restauro latino
deriva al francés restaurer y al inglés restore: reparar,
restablecer. Parks menciona que el santuario
antediluviano situado bajo las pirámides de Giza fue reutilizado por los
“dioses de Egipto”, como una base subterránea, y más tarde para llevar a cabo
los ritos funerarios de los antiguos faraones para restaurar el cuerpo y el
alma de los soberanos de Egipto, sucesores de Osiris y de Horus.
En este punto
Parks cita rigurosamente textos modernos y antiguos, desarrollando los
conceptos de la vía fluvial navegable por la barca
solar del gobernante difunto y descrita por los egipcios, denominada Urenes,
que significa “gigante” o “muy grandes”, y que parece ser un Nilo subterráneo
cuyas dimensiones corresponden a las de Egipto. Consulte su descomposición
sumeria en nuestro Decodificador.
Como hemos
visto, Parks consigue sacar mucho partido al revisar los significados de
vocalizaciones sumerias o sumerio-acadias de los
términos egipcios… como con Kemet (consultar el Decodificador), donde arroja luz sobre un culto funerario
totalmente inexplorado y temido en Sumer.
La Séptima
Tablilla de Gilgamesh evoca la idea que los mesopotámicos temían de esta tierra
extraña e infernal. Trata sobre un sueño que tuvo
Enkidu, el compañero de Gilgamesh, cuando estaba en el lugar de acceso a este
país desconocido.
Los orígenes de
Enkidu estaban en África, donde él vivió en armonía con los animales antes de emparejarse con una sacerdotisa de Uruk, la ciudad de
Inanna y Gilgamesh. La sacerdotisa transmitió a Enkidu su “esencia de vida”,
haciendo que Enkidu se convirtiera en “semejante a un dios”. Esta
transformación permitió que él se mezclara con el mundo civilizado, afrentara a
Gilgamesh, y que se hiciera su amigo para toda una vida con múltiples
aventuras.
La Séptima
Tablilla de Gilgamesh muestra a un Enkidu precipitado por las fuerzas externas
hacia el lugar grande y misterioso de las abundantes
puertas, túneles, y sacerdotes de la iniciación. Enkidu se reunió con los reyes
del pasado, los soberanos que habían gobernado la tierra. Ellos parecían
equipararse con los faraones, cuyos pasos tantas veces se encaminaron hacia
el Gigal subterráneo para ser iniciados.
….
En este punto,
es evidente que el personaje de Enkidu es una especie de humano temprano, y el análisis de Parks depende de la familiaridad del lector con
los orígenes de las razas humanas.
Para
complementar información sobre el modo en que fueron producidas esas razas. Consulte en archivo a descargar por ejemplo: Siensišár, Trabajadores, y Ocaso de la Edad de las Acciones Heroicas. Sin embargo, aún no está muy claro como uno de esos
humanos tempranos podría haber llegado a tener las habilidades y movimientos de
Enkidu.
Esperamos,
tarde o temprano, poder desarrollar este tema (Enki en la Tierra de los
Muertos) aún más.