Uno de los principales temores
que expresan los conspiracioncitas con referencia a lo que ocultan las elites
es la llamada “inversión de polos” que generaría un cataclismo de proporciones
planetarias, cambiando la vida sobre la Tierra dramáticamente. El corrimiento
está siendo observado con detenimiento por científicos de todo el mundo y,
mientras se publican datos que hablan de un corrimiento de unos 30 cm por año,
otras versiones aseguran que el polo ya se ha movido hasta…
¡260 km al sur!
Según un estudio publicado por
Geophysical Research Letters, el deshielo de Groenlandia está provocando un
desplazamiento anómalo del polo norte geográfico. De acuerdo a los
investigadores de la Universidad de Texas que firman el estudio, desde 2005 el
polo norte geográfico se está desplazando de forma más acentuada de lo normal
hacia el este. Así, desde 1982 hasta 2005 el polo se desviaba hacia el sureste,
hacia la Costa de Labrador, Canadá, a un ritmo de 6 centímetros al año, pero
desde entonces la velocidad se ha multiplicado por cuatro y el movimiento se ha
desviado hacia Groenlandia.
La causa, según el estudio, es un
incremento del proceso de deshielo. Según Erik Ivins, geofísico del Jet Propulsion
Laboratory de la NASA, esto se explica porque la pérdida de masa en un punto
determinado de una esfera en rotación hace que su eje se desplace
inmediatamente hacia la posición donde se ha producido la pérdida.
En el caso de la Tierra, la masa
perdida es el hielo de Groenlandia, hacia donde se dirige precisamente el eje
polar. No se debe confundir este desplazamiento con el de los polos magnéticos,
cuyo movimiento también se ha acelerado, pero en otra dirección: hacia Siberia.
Tampoco con la precesión de los
equinoccios, que es el cambio de orientación del eje terrestre como
consecuencia del “efecto peonza” de la Tierra. En el movimiento de polos, el
eje permanece en la misma posición con respecto a la eclíptica, lo que se mueve
es la corteza terrestre.
El movimiento de los polos
geográficos es conocido desde hace unos años y se basa en la teoría de la
tectónica de placas, la idea de que existe un desplazamiento independiente de
la corteza con respecto al manto terrestre, existiendo un patrón conocido de
balanceo. La ruptura de ese patrón es la que ha llamado la atención de los
científicos.
Según un estudio publicado en
octubre de 2012 por científicos noruegos, en los últimos 120 millones de años
se habrían producido cuatro movimientos reales de los polos, calculándose que
el máximo desplazamiento habría sido de nueve grados. Pero también hay que
distinguir entre un movimiento real de polos y un movimiento aparente por culpa
de la deriva continental. La diferencia está en que, en el primer caso, toda la
corteza terrestre se mueve al mismo tiempo, mientras que la deriva afecta
únicamente a placas aisladas.
Por otro lado, en un artículo
publicado por la revista Physicsworld en noviembre de 2012 se daban a conocer
las conclusión es de un equipo de geofísicos de USA y Canadá basado en datos de
los últimos 1000 millones de años, sugiriendo la posibilidad de seis vuelcos de
hasta 50º con su consiguiente retorno al eje de origen. Si algo así ocurriera
hoy, la ciudad de Boston acabaría en pleno polo norte.
Para entender el proceso, según
Jerry Mitrovica, de la Universidad de Harvard, aunque desde la superficie d la
Tierra se apreciaría un cambio continuado en la posición del polo, desde el
espacio el fenómeno se contemplaría como un movimiento de la superficie terrestre
al tiempo que el eje permanecería en su sitio.
La exageración
Esta explicación plausible y,
ciertamente, tranquilizadora que ofrecen los científicos que estudian el tema,
se distancia notablemente de algunas versiones que pueden verse en Internet,
donde florecen toda clase de teorías un poco más arriesgadas.
El asunto del cambio cíclico de
la Tierra puede notarse en textos esotéricos como los de la fundadora de la
Teosofía, Helena Petrovna Blavatsky, quien siguiendo la tradición hindú comentó
que existen en la historia del mundo periodos de gran silencio donde todo
desaparece. “Mahâ Pralaya” es el tiempo de la “Gran Disolución”:
“Ni aun la Filosofía Esotérica
puede pretender conocer, excepto por deducciones de analogía, lo que tuvo lugar
antes de la reaparición de nuestro Sistema Solar, y antes del último Mahâ
Pralaya.
Pero enseña claramente que, después del primer
disturbio geológico del eje de la Tierra, que terminó con la sumersión en el
fondo de los mares de todo el Segundo Continente con sus razas primitivas -de
cuyos sucesivos Continentes o “Tierras” fue la Atlántida, el cuarto-, tuvo
lugar otro disturbio ocasionado por la vuelta del eje a su anterior grado de
inclinación de un modo tan rápido como lo había cambiado: cuando la Tierra fue
verdaderamente de nuevo sacada de las aguas (abajo lo mismo que arriba, y
viceversa).
(La doctrina secreta, vol. II,
sección VII)
Y en otro lugar:
El cataclismo que destruyó el
enorme Continente, del cual es la Australia la reliquia mayor, fue debido a una
serie de convulsiones subterráneas, y a la ruptura del lecho de los mares. El
que destruyó a su sucesor, el Cuarto Continente, fue ocasionado por disturbios
sucesivos de la rotación del eje. Principió durante los primeros períodos
Terciarios, y continuando durante largas edades, se llevó sucesivamente los
últimos vestigios de la Atlántida, con la excepción, quizás, de Ceilán y una
pequeña parte de lo que es ahora el África. Cambió él la faz del globo, sin que
haya quedado memoria alguna de sus florecientes continentes e islas, de su
civilización y ciencias, en los anales de la historia, excepto en los Anales
Sagrados del Oriente.
Por esto niega la Ciencia Moderna
la existencia de la Atlántida. Niega ella hasta todo cambio violento del eje de
la Tierra y quisiera atribuir el cambio de climas a otras causas. Pero esta
cuestión continúa en pie. Si el Dr. Croll afirma que todas esas alteraciones
pueden explicarse por los efectos de la nutación y de la precesión de los
equinoccios, hay otros, tales como Sir Henry James y Sir John Lubbock (183),
que están más inclinados a aceptar la idea de que son debidas a un cambio en la
posición del eje de rotación. En contra de esto están a su vez la mayoría de
los Astrónomos. Esto no obstante, ¿qué es lo que han dejado siempre de negar y
de combatir, sólo para aceptarlo más tarde, cuando la hipótesis se ha
convertido en un hecho innegable?
(La doctrina secreta, vol. III,
estancia XI)
Finalmente:
Que los mundos y también las
razas o especies son destruidos periódicamente por el fuego (volcanes y
terremotos) y el agua, por turno, y se renuevan periódicamente, es una doctrina
tan vieja como el hombre. Manu, Hermes, los caldeos, la antigüedad toda, creían
en esto. Por dos veces ha cambiado ya por el fuego la faz del Globo, y dos por
el agua, desde que el hombre apareció en ella. Así como la tierra necesita
reposo y renovación, nuevas fuerzas y un cambio de su suelo, lo mismo sucede
con el agua. De aquí se origina una nueva distribución periódica de la tierra y
del agua, cambio de climas, etc., acarreado todo por revoluciones geológicas, y
terminando por un cambio final en el eje de la tierra. Los astrónomos pueden
encogerse de hombros ante la idea de un cambio periódico en el eje del Globo, y
reírse de la conversación que se lee en el Libro de Enoch, entre Noé y su
“abuelo” Enoch; la alegoría es, sin embargo, un hecho astronómico y geológico.
Existe un cambio secular en la inclinación del eje de la Tierra, y su época
determinada se halla registrada en uno de los grandes Ciclos Secretos. Lo mismo
que en muchas otras cuestiones, la Ciencia marcha gradualmente hacia nuestro
modo de pensar.
(La doctrina secreta, vol. IV,
sección VII)
Claro que, para no faltar a toda
la verdad, la Blavatsky pensaba en un cambio de eje sobre la elíptica, lo cual
se aleja de la mera idea del deslizamiento de la corteza y nos fastidia un poco
la analogía. Pero así son los filtros de la sabiduría esotérica, a veces se
traspapela información exclusivamente reservada al futuro, como la teoría de
placas, desconocida por entonces…
…una Estancia que dice:
A la conclusión de cada cuarenta
Soles (anuales), al final de cada catorce Días, el doble se convierte en
cuatro; macho y hembra en uno, en el primero y segundo y el tercero…
Esto es claro, puesto que cada
“Sol” significaba todo un año, el cual se componía entonces de un Día, así como
en el Círculo Ártico se compone ahora de seis meses. Según la enseñanza
antigua, el eje de la Tierra cambia gradualmente su inclinación con la
eclíptica, y en el período a que esto se refiere, era tal la inclinación, que
un día polar duraba todo el período de la revolución de la tierra alrededor del
Sol, mediando una especie de crepúsculo de muy poca duración; después del cual,
la tierra polar volvía a tomar su posición directamente bajo los rayos del Sol.
Esto puede ser contrario a la Astronomía según se enseña y se comprende ahora;
pero ¿quién puede decir que no ocurriesen, hace millones de años, cambios en el
movimiento de la Tierra que no ocurren actualmente?
(La
doctrina secreta, vol. III, estancia XI)