lunes, 28 de enero de 2013

Explosión atómica destruyó ciudad hace 4000 años



  
"Ahora me estoy convertido en la muerte, el destructor de mundos." — el Bhagavad Gita

Siete años después de los ensayos nucleares en Alamogordo, Nuevo México, el Dr. J. Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica, estaba dando conferencias en una Universidad cuando un estudiante preguntó si existían otras pruebas atómicas de los Estados Unidos antes de Alamogordo.

"Sí, en los tiempos modernos," respondió.

La sentencia, enigmática e incomprensible a la vez, era realmente una alusión a los antiguos textos hindúes que describen una catástrofe apocalíptica que no se correlacionan con otros fenómenos conocidos o erupciones volcánicas. Oppenheimer, quien estudió con avidez el Sánscrito antiguo, sin duda se refería a un pasaje en "El Bhagavad Gita" que describe un desastre global causado por "un arma desconocida, un rayo de hierro".

Aunque puede ser alarmante para la comunidad científica el hablar de la existencia de armas atómicas antes del ciclo actual de la civilización, evidencia de este fenómeno parece susurrar sus versos en todos los rincones del planeta.

Cristal del desierto

Esta evidencia proviene no sólo de los versículos hindúes, sino también de amplias extensiones de fragmentos de vidrio fundido diseminadas en muchos desiertos del mundo. Cristales de silicio, curiosamente moldeados, se asemejan notablemente a los mismos fragmentos encontrados después de las explosiones nucleares en el sitio de pruebas atómica de White Sands en Alamogordo.

En diciembre de 1932, Patrick Clayton, un topógrafo de la Egyptian Geological Survey, condujo entre las dunas del gran mar de arena, cerca de la meseta de Saad en Egipto, cuando oyó que algo se trituraba debajo de las ruedas. Cuando examinó lo que estaba causando el sonido, encontró grandes trozos de vidrio en la arena.

El hallazgo atrajo la atención de geólogos del mundo y plantó la semilla para uno de los mayores enigmas científicos modernos. ¿Qué fenómeno podría ser capaz de elevar la temperatura de la arena del desierto a por lo menos 3.300 grados Fahrenheit, en hojas grandes de vidrio fundido de color amarillo-verde? Mientras pasaba a través White Sands missile range de Alamogordo, Albion W. Hart, uno de los primeros ingenieros en graduarse en el Massachusetts Institute of Technology, observo que los trozos de vidrio dejados por las pruebas nucleares eran idénticas a las formaciones que se observó en el desierto africano hace 50 años atrás. Sin embargo, la extensión del material fundido en el desierto requeriría que la explosión sea 10.000 veces más potente que la observada en Nuevo México.

Muchos científicos han intentado explicar la dispersión de grandes rocas de vidrio en los desiertos de Libia, el Sahara, Mojave y muchos otros lugares del mundo, como producto de impactos de algún meteorito gigantesco. Sin embargo, debido a la ausencia de cráteres en el desierto que lo acompañen, la teoría no se sostiene. Imágenes de satélite ni sonar ha sido capaz de encontrar algún agujero.

Además, las rocas de cristal se encuentra en el desierto de Libia presentan un grado de transparencia y pureza de 99% que no es típico en las fusiones que se generan en las caídas de meteoritos, en el que hierro y otros materiales son mezclados con el silicio fundido después del impacto. Aún así, los científicos han propuesto que los meteoritos que causo las rocas de cristal podrían haber explotado varios kilómetros sobre la superficie de la Tierra, relacionándolo con el evento de Tunguska, o simplemente rebotó de tal manera que se llevaron consigo la evidencia de los efectos, pero dejando el calor de la fricción.

Sin embargo, esto no explica cómo dos de las áreas que se encuentran muy cerca en el desierto de Libia muestran el mismo patrón: la probabilidad de dos impactos de meteorito tan cerca es muy baja. 

Ni explicar la ausencia de agua en las muestras de tectita cuando estas áreas de impacto se pensaban que estaban cubiertas hace unos 14.000 años.