"Ahora me estoy convertido en la muerte, el destructor de mundos." —
el Bhagavad Gita
Siete años después de los ensayos
nucleares en Alamogordo, Nuevo México, el Dr. J. Robert Oppenheimer, el
padre de la bomba atómica, estaba dando conferencias en una Universidad cuando
un estudiante preguntó si existían otras pruebas atómicas de los Estados Unidos
antes de Alamogordo.
"Sí, en los tiempos
modernos," respondió.
La sentencia, enigmática e
incomprensible a la vez, era realmente una alusión a los antiguos textos
hindúes que describen una catástrofe apocalíptica que no se correlacionan con
otros fenómenos conocidos o erupciones volcánicas. Oppenheimer, quien estudió
con avidez el Sánscrito antiguo, sin duda se refería a un pasaje en "El
Bhagavad Gita" que describe un desastre global causado por "un arma
desconocida, un rayo de hierro".
Aunque puede ser alarmante para
la comunidad científica el hablar de la existencia de armas atómicas antes del
ciclo actual de la civilización, evidencia de este fenómeno parece susurrar sus
versos en todos los rincones del planeta.
Cristal
del desierto
Esta evidencia proviene no sólo
de los versículos hindúes, sino también de amplias extensiones de fragmentos de
vidrio fundido diseminadas en muchos desiertos del mundo. Cristales de silicio,
curiosamente moldeados, se asemejan notablemente a los mismos fragmentos
encontrados después de las explosiones nucleares en el sitio de pruebas atómica
de White Sands en Alamogordo.
En diciembre de 1932, Patrick
Clayton, un topógrafo de la Egyptian Geological Survey, condujo entre las dunas
del gran mar de arena, cerca de la meseta de Saad en Egipto, cuando oyó que
algo se trituraba debajo de las ruedas. Cuando examinó lo que estaba causando
el sonido, encontró grandes trozos de vidrio en la arena.
El hallazgo atrajo la atención de
geólogos del mundo y plantó la semilla para uno de los mayores enigmas
científicos modernos. ¿Qué fenómeno podría ser capaz de elevar la temperatura
de la arena del desierto a por lo menos 3.300 grados Fahrenheit, en hojas
grandes de vidrio fundido de color amarillo-verde? Mientras pasaba a través
White Sands missile range de Alamogordo, Albion W. Hart, uno de los primeros
ingenieros en graduarse en el Massachusetts Institute of Technology, observo
que los trozos de vidrio dejados por las pruebas nucleares eran idénticas a las
formaciones que se observó en el desierto africano hace 50 años atrás. Sin
embargo, la extensión del material fundido en el desierto requeriría que la
explosión sea 10.000 veces más potente que la observada en Nuevo México.
Muchos científicos han intentado
explicar la dispersión de grandes rocas de vidrio en los desiertos de Libia, el
Sahara, Mojave y muchos otros lugares del mundo, como producto de impactos de
algún meteorito gigantesco. Sin embargo, debido a la ausencia de cráteres en el
desierto que lo acompañen, la teoría no se sostiene. Imágenes de satélite ni
sonar ha sido capaz de encontrar algún agujero.
Además, las rocas de cristal se
encuentra en el desierto de Libia presentan un grado de transparencia y pureza
de 99% que no es típico en las fusiones que se generan en las caídas de
meteoritos, en el que hierro y otros materiales son mezclados con el silicio
fundido después del impacto. Aún así, los científicos han propuesto que los
meteoritos que causo las rocas de cristal podrían haber explotado varios
kilómetros sobre la superficie de la Tierra, relacionándolo con el evento de
Tunguska, o simplemente rebotó de tal manera que se llevaron consigo la
evidencia de los efectos, pero dejando el calor de la fricción.
Sin embargo, esto no explica cómo
dos de las áreas que se encuentran muy cerca en el desierto de Libia muestran
el mismo patrón: la probabilidad de dos impactos de meteorito tan cerca es muy
baja.
Ni explicar la ausencia de agua en las muestras de tectita cuando estas
áreas de impacto se pensaban que estaban cubiertas hace unos 14.000 años.