Alaska es
conocida por ser sus habitantes pioneros, autosuficientes y acostumbrados a
lugares remotos y condiciones meteorológicas adversas.
Sin embargo
a pesar de todo esto, el gobernador Sean Parnell
esta preocupado de que suceda un gran terremoto o una erupción volcánica que
dejaría a sus 720.000 residentes atrapados y separados de los alimentos y las
líneas de suministro.
Su
respuesta: Construir almacenes gigantes llenos de alimentos y suministros de
emergencia.
El clima no
es lo único que puede causar estragos en Alaska, donde los pequeños aviones son
el medio de transporte preferido y donde conducir desde Seattle a Juneau
requiere de 38 horas sin incluir el viaje extra en ferry.
El peor
desastre natural para ese estado fue en 1964, cuando un terremoto de magnitud
9.2 y el tsunami resultante mató a 131 personas e interrumpió los sistemas
eléctricos, cañerías de agua y líneas de comunicación en Anchorage y otras
ciudades.
“Tenemos una
motivación para hacer esto, porque la ayuda está muy lejos”, dijo John Madden, director de
manejo de emergencias Alaska. El estado
planea dos reservas de alimentos en o cerca de Fairbanks y
Anchorage, dos ciudades que también tienen bases militares.
La construcción de las dos instalaciones de almacenamiento comenzará en uno
o dos meses más, y las
primeras entregas de alimentos en diciembre. El objetivo es tener comida
suficiente para alimentar a 40.000 personas durante un máximo de una semana,
incluyendo tres días de alimentos listos para consumir y cuatro días de
alimentos a granel que pueden ser preparados y cocinados para grupos grandes.
No es
inusual para los estados que habitualmente sufren huracanes tener suministros
como agua, alimentos listos para el consumo, catres y mantas.Pero Alaska está interesado en alimentos con al menos cinco
años de vida útil, que cumpla con los requisitos de nutrición,
salud y culturales del estado.